¿Acaso no sería algo muy impropio ver a un soldado quejándose de arriba abajo, llorando y lamentándose de que no tiene carne caliente en cada comida y que su cama no se calentó como se calienta en casa! Por lo tanto, los cristianos saben que están en su guerra. Están aquí en este mundo luchando y combatiendo con los enemigos de sus almas y su condición eterna, y deben estar dispuestos a soportar las dificultades aquí. Una comprensión correcta de este hecho —de que Dios los ha puesto en tal condición— es lo que los contentará. Esto es especialmente así cuando consideran que están seguros de la victoria y que pronto triunfarán con Jesucristo. Entonces todas sus penas se acabarán, y sus lágrimas serán limpiadas de sus ojos. Un soldado se contenta con soportar las dificultades, aunque no sabe que tendrá la victoria; pero un cristiano sabe que es un soldado y sabe que conquistará y triunfará con Jesucristo por toda la eternidad.