Salmos 119:73-80 Tus manos me hicieron y me formaron; Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos. 74 Los que te temen me verán, y se alegrarán, Porque en tu palabra he esperado. 75 Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, Y que conforme a tu fidelidad me afligiste. 76 Sea ahora tu misericordia para consolarme, Conforme a lo que has dicho a tu siervo. 77 Vengan a mí tus misericordias, para que viva, Porque tu ley es mi delicia. 78 Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado; Pero yo meditaré en tus mandamientos. 79 Vuélvanse a mí los que te temen Y conocen tus testimonios. 80 Sea mi corazón íntegro en tus estatutos, Para que no sea yo avergonzado.
El salmista considera aquí como es que sus sufrimientos afectan a otros creyentes (Los que te honran y los que te temen, versículos 74 y 79). El confía en que su aflicción ha sido impuesta por DIOS con justa razón, es decir, amor y sabiduría, (versículo 75, comparar con Génesis 50:20 y Romanos 8:28). Cuando otros les observan esperando en DIOS de esta manera, ellos reciben alegría a través de su aguerrida confianza (Versículo 74). Durante su sufrimiento el salmista medita en la palabra detenidamente para encontrar consuelo (versículo 76), regocijo (Versículo 77) e integridad de corazón (versículo 80), que es una decisión interior por la que cada acto esta perfectamente integrado con base en la palabra. Cuando otros creyentes observan el poder de la palabra en su vida, ella les atrae y les hace profundizar en su amistad con amor sincero. El sufrimiento, cuando se enfrenta de la manera indicada, genera una comunidad y una amistad invaluable.
Timothy Keller
Los cantos de Jesús