Podemos quejarnos a Dios y a nuestros amigos | Jeremiah Burroughs

Aunque un cristiano debe estar callado bajo la mano correctora de Dios, puede quejarse a Dios sin ninguna violación del contentamiento cristiana. Como dijo uno de los antiguos: «Aunque no con un clamor tumultuoso y gritando con una pasión confusa, pero sí puede exponer su corazón a Dios de una manera tranquila, quieta y sumisa». Y del mismo modo, puede comunicar su triste condición a sus amigos cristianos, mostrándoles cómo Dios ha tratado con él y cuán pesada es la aflicción sobre él, para que ellos puedan hablar una palabra oportuna a su alma cansada.


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