Participantes de la herencia de los santos en luz
COLOSENSES 1:12
Los santos glorificados son «los santos en luz». Ya no hay velos en el rostro del Padre, ya no «anda[n] en tinieblas y carece[n] de luz» (Is. 50:10), ya no se lamentan de los abandonos divinos ni de las suspensiones del amor experimentado del Padre, ya no hay lágrimas que no los dejen ver, ya no hay nubes de incredulidad que nublen la mente, ya no hay abatimiento mental que envuelva el espíritu. Ellos dejan atrás las tinieblas, la niebla y la oscuridad de la ignorancia, el error y la contaminación, y huyen a las regiones de la luz, a «la herencia de los santos» de la que «el Cordero es su lumbrera» (Ap. 21:23).
Pero se observará que se dice que estos santos glorificados son «participantes de la herencia». Hay algo muy enfático en la palabra. Somos «participantes» de ella ahora, en Cristo nuestra Cabeza. Como consecuencia de nuestra unión con Cristo, la exaltada Cabeza de la Iglesia, somos actualmente «participantes» de esta herencia. Tenemos los primeros albores de ella en nuestra alma: el anticipo y el aperitivo. Y, lo que es mejor, tenemos la morada del Espíritu, que es la garantía de su posesión. Y si tenemos la «garantía» de la herencia en la posesión del Espíritu, debemos tener, y seguramente tendremos, la herencia misma.
«Participantes de la herencia de los santos en luz». «Participantes» de todos los santos de Dios; «participantes» de toda la familia de los elegidos; «participantes» de todos los hijos de adopción; «participantes» de Abraham, de Isaac, de Jacob, de David, de Salomón, de todos los que nos han precedido, y de todos los que han entrado en el cielo un poco antes; y «participantes» de todos los «redimidos de Jehová», que aún «vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido» (Is. 35:10). ¡Oh, quién no quiere ser «participante de la herencia de los santos en luz»! Lector, si eres un humilde poseedor de la vida interior, serás un feliz participante de esta gloriosa herencia: la vida que ha de venir.