Cuando las cosas no suceden según las expectativas, cuando la marea de las segundas causas es tan baja que vemos poco en los medios externos para apoyar nuestras esperanzas y corazones, de modo que entonces el corazón comienza a razonar de la siguiente manera: «Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así?» (2 R. 7:2). Nunca consideramos que Dios puede abrir los ojos de los ciegos con tierra y saliva, y que puede obrar por encima, más allá e incluso en contra de los medios. A menudo hace que las flores más bellas de los esfuerzos del hombre se marchiten y lleva a cabo cosas improbables para que la gloria de la obra pueda ser dada a Él mismo. Es más, si Su pueblo necesita milagros para conseguir su liberación, los milagros se desprenden tan fácilmente de las manos de Dios como para darle a Su pueblo su pan diario. La bendición de Dios muchas veces está oculta para Sus siervos para que no sepan de dónde viene: «No veréis viento, ni veréis lluvia; pero este valle será lleno de agua» (2 R. 3:17). Dios quiere que dependamos de Él, aunque no veamos los medios por los cuales el asunto en sí puede llevarse a cabo. De lo contrario, no mostramos un espíritu tranquilo. Aunque haya una aflicción sobre ti, no dejes que tu corazón se hunda bajo ella.
