Descontentémonos, molestémonos, irritémonos, desesperémonos y enfurezcámonos, no debemos pensar que alteremos el curso de la providencia con nuestro descontento. Algunos de los amigos de Job, cuando vieron que estaba impaciente, le dijeron: «¿Será abandonada la tierra por tu causa, y serán removidas de su lugar las peñas?» (Job 18:4). De la misma manera puedo decir a cada corazón descontento e impaciente: «¿Qué, la providencia de Dios cambiará su curso por ti? ¿Crees que es tal cosa débil que, porque no te agrada, debe alterar su curso?» Independientemente de si estás contento o no, la providencia de Dios continuará. Tiene una eficacia de poder y de virtud para llevar todas las cosas delante de ella. ¿Puedes hacer un cabello blanco o negro con toda la conmoción que estás haciendo?