Mis tiempos en las manos de Dios | Octavius Winslow

En tu mano están mis tiempos.
SALMO 31:15

Deja que esta preciosa verdad despoje tu mente de todo cuidado innecesario y ansioso por el presente o el futuro. Ejerciendo una simple fe en Dios, «por nada estéis afanosos» (Fil. 4:6). Aprende a contentarte con tu porción presente, con los tratos de Dios contigo y con Su disposición. Estás justo donde Su providencia, en Su inescrutable pero sabia y justa decisión, te ha colocado. Puede ser una posición dolorosa, molesta, difícil, pero es correcta. ¡Oh, sí, es correcta! Solo trata de glorificarle en ella. Dondequiera que estés colocado, Dios tiene una obra que hacer para ti, un propósito que cumplir a través de ti, en el que Él mezcla tu felicidad con Su gloria. Y cuando hayas aprendido las lecciones de Su amor, te transferirá a otra esfera más amplia, para cuyos deberes más nobles y responsabilidades más elevadas el presente no hace más que disciplinarte y prepararte. Anímate, pues, a vivir una vida de dependencia diaria de Dios. ¡Oh, es una vida dulce y santa! Salva de muchos sentimientos desalentadores, de muchos cuidados que corroen, de muchos pensamientos ansiosos, de muchas noches de insomnio, de muchos ojos llorosos y de muchos planes imprudentes y pecaminosos. Apoyándote en el «pacto perpetuo, ordenado en todas las cosas» (2S. 23:5), puedes confiar a los hijos, a los amigos, al llamado, a ti mismo, al cuidado del Señor, con la más plena seguridad de que todos los «tiempos» de ellos y los tuyos están en Su mano.


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