Mentalidad celestial | Octavius Winslow

Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
COLOSENSES 3:1-2

Para ganar el cielo, la mente debe volverse celestial; y para ser celestial, debe habituarse a las cosas celestiales y a las búsquedas celestiales. Es una ley de nuestra constitución mental el que la mente se asimile en su tono y hábitos de pensamiento con el tema que más absorbe su estudio. De ahí que a veces nos convirtamos en hombres de una sola idea. Ahora bien, la contemplación de temas divinos y espirituales tiene una poderosa tendencia a espiritualizar y santificar la mente. Parece imposible respirar una atmósfera celestial y no ser celestial; estudiar las cosas santas y no ser santo; admirar la imagen de Cristo y no parecerse a Cristo; tener comunión frecuente con Jesús en el trono y no captar algún rayo de Su gloria. Y aparte de Cristo nada es realmente agradable y satisfactorio para la mente celestial. Sin Él, ¡qué desierto tan triste y solitario sería este! Pero con Cristo en el corazón y el corazón descansando en Cristo ―Él en el centro de nuestras almas, y nuestros afectos y deseos centrados en Él―, el desierto pierde su soledad y su desolación. Tener la mirada puesta en Jesús, todas las profundidades de nuestro corazón en Él, el espíritu en frecuentes excursiones donde Él mora en la luz y la gloria, apoyarse en Él y conversar con Él como si realmente caminara a nuestro lado, se sentara a nuestra mesa, se asociara con nosotros en nuestros llamados, esto es mentalidad celestial. Tal es la contraatracción a las «cosas de la tierra» ―las búsquedas secularizantes, las preocupaciones de bajo pensamiento, los disfrutes carnales― que tan profundamente necesitamos. Y esta poderosa influencia contraproducente que poseemos es la comprensión de nuestra resurrección con Cristo y Su entronización en la gloria.


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