Contigo está el manantial de la vida.
SALMO 36:9
¡Qué manantial de vida es Jesús! Los muertos, en cuyo oído cae el sonido de Su voz, viven. Hay gracia en Cristo: gracia vivificante, regeneradora y dadora de vida. Y a quien se le imparte esa gracia, el que yacía frío y muerto en el valle comienza a moverse, a vivir, a respirar y a levantarse. Un toque de Cristo, un susurro de Su voz y un soplo de su Espíritu engendran una vida en el alma que nunca muere. ¡Qué manantial de vida es Jesús! Piensa en Su superabundancia. Hay una plenitud de vida en Cristo. La gracia que brota en Jesús es tan infinita en su fuente, como divina en su naturaleza. Una plenitud increada debe poseer una sobreabundancia inagotable. Si el Padre hubiera depositado esta gracia vivificante en todos los ángeles del cielo, hace tiempo que se habría agotado. Piensa en las miríadas, sedientas de santidad y de felicidad, que se han arrodillado y han saciado su sed en este manantial. Piensa en las miríadas que han llenado aquí sus vasijas vacías, y se han marchado con la alegría y la esperanza brotando en sus mentes. Piensa en las miríadas cuyos pecados Su sangre ha lavado, cuyas almas Su justicia ha revestido, cuyas corrupciones Su gracia ha sometido y cuyas penas Su amor ha consolado. Piensa en las iniquidades que ha perdonado, en las reincidencias que ha sanado, en el dolor que ha eliminado, en las lágrimas que ha secado, en las almas que ha salvado. Piensa en las miríadas que una vez bebieron del arroyo de abajo, pero que ahora beben del manantial principal en la gloria. Y, sin embargo, este manantial está tan llena como siempre. No se ha hundido ni un pelo. Jesús está tan lleno de gracia perdonadora para los culpables, y de gracia justificadora para los viles, y de gracia santificadora para los indignos, como siempre. Está lo suficientemente lleno para satisfacer las necesidades de cada alma pobre, sedienta y jadeante que se aventura a acercarse. ¡Oh, qué preciosa verdad es esta! Preciosa, en verdad, para quien siente su propia insuficiencia, pobreza y necesidad. ¿Cuál es, lector, tu necesidad? ¿Cuál es tu dolor? ¿Cuál es tu prueba? ¿Cuál es tu enfermedad? ¿Cuál es tu carga? Cualquiera que sea, acude con ella a este manantial de agua viva, y no pierdas las esperanzas de un acogimiento lleno de gracia y suministro necesario. Es un manantial y una fuente viva. No necesita persuasión para fluir, pues fluye espontáneamente; y dondequiera que fluya hay vida.