Quieres ser feliz y, sin embargo, buscas tales o cuales consuelos en las cosas del mundo. Bueno, ¿los has obtenido? ¿Encuentras tu corazón satisfecho, teniendo la felicidad que es adecuada para ti? No, no, no está allí. Pero piensas que es porque te falta tal o cual cosa. ¡Oh, pobre hombre engañado! No es porque no hayas tenido suficiente de ello, sino porque no es lo proporcional al alma inmortal que Dios te ha dado. «¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia?» (Is. 55:2). [Es como si hubiera dicho]: «Ustedes son un pueblo enloquecido. Ustedes buscan satisfacer sus estómagos con lo que no es pan. Ustedes siguen el viento. Nunca tendrán contentamiento». Todas las criaturas del mundo dicen: «El contentamiento no está en nosotros». Las riquezas dicen: «El contento no está en mí». El placer dice: «El contentamiento no está en mí». Si buscas el contentamiento en las cosas del mundo, errarás. No; el contentamiento es mayor. Cuando entras en la escuela de Cristo, Cristo te enseña que hay una vanidad en todas las cosas del mundo. Y al entrar en la escuela de Cristo y al comprender los gloriosos misterios del evangelio, el alma llega a ver la vanidad de todas las cosas del mundo.