El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
JUAN 3:3
La regeneración es una obra única y distinta de todas las demás operaciones del Espíritu Divino. Debe distinguirse cuidadosamente de la conversión, la adopción, la justificación y la santificación, pero debe considerarse como la base y la fuente de todas ellas. Por ejemplo, no puede haber conversión sin un principio de vida en el alma, porque la conversión es el ejercicio de un poder espiritual implantado en el hombre. No puede haber sentido de adopción sin una naturaleza renovada, porque la adopción confiere solo el privilegio y no la naturaleza de hijos. No puede haber un sentido reconfortante de aceptación en el Amado hasta que la mente haya pasado de muerte a vida. Ni puede haber el menor avance en la conformidad de la voluntad y de los afectos con la imagen de Dios mientras falte en el alma la raíz misma de la santidad. La fe es una gracia purificadora, pero la fe solo se encuentra en el corazón «creado de nuevo en Cristo Jesús». Debe haber necesariamente una renovación espiritual de todo el hombre antes de que el alma pueda pasar a un estado adoptado, justificado y santificado. Lector, reflexiona seriamente sobre esta solemne verdad.