La inmutabilidad de Dios | Octavius Winslow

Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.
MALAQUÍAS 3:6

No es un logro pequeño ser edificado en la fidelidad de Dios. Esto constituye un fundamento estable de consuelo para el alma creyente. La mutabilidad marca todo lo que está fuera de Dios. Si miramos a la Iglesia, al mundo, a nuestras familias, a nosotros mismos, ¡qué innumerables cambios vemos en todas partes! Una semana y un corto día, ¡qué alteraciones produce! Sin embargo, en medio de todo ello, descansar tranquilamente en la inmutabilidad y en la fidelidad de Dios; saber que ninguna alteración del tiempo, ningún cambio terrenal, afecta Su fidelidad a Su pueblo; e incluso más, ningún cambio en ellos ni ninguna infidelidad de ellos provoca el más mínimo cambio en Dios. Una vez Padre, siempre Padre; una vez Amigo, siempre Amigo. Sus providencias pueden cambiar, pero Su corazón no. Es un Dios de amor inmutable. La promesa que ha dado, la cumplirá; el pacto que ha hecho, lo cumplirá; la palabra que ha salido de Su boca, no la alterará. «No puede negarse a sí mismo». ¡Ten paz entonces, creyente probado! ¿Estás pasando ahora por las aguas profundas? ¿Quién evitó que te hundieras cuando vadeabas las últimas? ¿Quién te llevó a través del último fuego? ¿Quién te sostuvo bajo la última cruz? ¿Quién te libró de la última tentación? ¿No fue Dios, tu Dios del pacto, tu Dios fiel e inmutable? Este Dios, entonces, es tu Dios ahora, y tu Dios por los siglos de los siglos, y será tu guía hasta la muerte.


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