Seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
1 JUAN 3:2
¿Quién puede contar plenamente toda la gloria del Redentor en el cielo? O, si se revelara completamente, ¿qué poder para captar, qué facultades para comprender, qué ojo para contemplar y qué lengua para describir un tema tan elevado y una escena tan sublime como esta? Pero nosotros lo contemplaremos. Nosotros también seremos glorificados. La mente se ajustará a la potencia del tema, y el ojo se fortalecerá para la deslumbrante magnificencia de la escena. Con todas las facultades físicas, mentales y morales perfectamente desarrolladas y santificadas, seremos una Iglesia glorificada, colocada en la presencia, y contemplando por la eternidad la gloria de la Cabeza glorificada. Contemplaremos la gloria del Redentor. «Tus ojos verán al Rey en su hermosura; verán la tierra que está lejos» (Sal. Is. 33:17). ¡Sí! Si ves la belleza de Jesús ahora, si tu ojo contempla la gloria de Emanuel, por muy débil y opaca que sea la visión, con toda seguridad estarás con Él donde está, y contemplarás el despliegue incesante de Su gloria sin nubes, y eso por toda la eternidad.