«En la casa del justo hay gran provisión; pero turbación en las ganancias del impío» (Pr. 15:6). Aquí hay un texto bíblico que muestra que un corazón lleno de gracia tiene motivos para decir que está en una buena condición, cualquiera que sea. «En la casa del justo hay gran provisión»: Su casa, ¿qué casa? Puede ser una cabaña pobre, y tal vez apenas tenga un banco para sentarse, tal vez se ve obligado a sentarse en un tocón de madera o parte de un bloque en lugar de un taburete, o tal vez apenas tenga una cama para acostarse o un plato para comer. Sin embargo, el Espíritu Santo dice: «En la casa del justo hay gran provisión». Es como si hubiera dicho: «Puede que el hombre justo sea el hombre más pobre del mundo: puede ser que alguien haya venido y haya sacado todos los bienes de su casa para pagar las deudas, quizás su casa sea saqueada y todo se haya ido; pero: “En la casa del justo hay gran provisión”». El hombre justo nunca puede volverse tan pobre como para tener su casa arruinada y dañada, sino que quedará mucho tesoro dentro. Si no tiene más que un plato o una cuchara o cualquier cosa en el mundo en su casa, habrá mucho tesoro mientras Él esté allí. Allí está la presencia de Dios y la bendición de Dios sobre él, y allí hay mucho tesoro. Pero en las ganancias de los impíos hay turbación. Hay más tesoros en el hogar que es más pobre y piadoso, que en la casa del hombre más grande del mundo, que tiene sus cortinas, camas, sillas, sofás y alacenas finamente forjadas, y cosas similares. Sea lo que sea que tenga, no tiene tanto tesoro como el que hay en la casa del alma justa más pobre.