Confiar en Él
El sufrimiento es uno de los paradigmas más comunes en nuestros días, no es posible resignarse ni renunciar a los comentarios sobre él. Sin embargo, las palabras podrían no resultar útiles; considerar la angustia como algo enteramente malo, encierra al sometido en la incapacidad de recapacitar bien, no es capaz de discernir coherentemente el escenario que se ha acogido en su vida y a causa de la coyuntura que alcanza ser (en muchas ocasiones) una desgracia incalculable no sabe qué pasos seguir. Encerrarse en el cuestionamiento no ayudará en lo absoluto ni le dará una perspectiva coherente de lo ocurrido, la frustración embargadora no le permitirá avanzar, sino que lo mantendrá encerrado. No importa que haya sucedido, el prójimo necesita entender el motivo de lo ocurrido, aunque sus sentidos y emociones no se encuentren totalmente disponibles para observar con cautela. Los embates constantes del desconsuelo encapsulan el camino a seguir, hace creer al individuo que se halla encajonado en un túnel interminable; no encuentra razón del ¿por qué? Solo entiende que se siente mal. Pensar o meditar que las dificultades pudieron haber venido por prueba o disciplina no encajan en su ser, es muy posible que de por sentado el estado o posición de víctima indiferentemente de la situación. Cuán difícil es a cualquier ciudadano que no desea escrutar con claridad las circunstancias; sus pensamientos son siempre nublados y su entendimiento incomprensible.
El sufrimiento no discrimina y por mucho que el piadoso se encuentre preparado o tenga amplio conocimiento, no significa que no lo sufrirá. La verdad es que aun con todo el entendimiento posible que la persona obtenga acerca de este asunto, cuando le sobrevengan los momentos de desazón, estos siempre lo frustrarán. Pero, los cristianos deben de proceder de forma muy sensata ante las aflicciones, la palabra del SEÑOR es dada a nosotros para que tengamos en cuenta que no podemos ser iguales a los que desconocen las sagradas enseñanzas y, que por tal motivo caminan como en oscuridades. El verdadero creyente no está en tinieblas 1 Tesalonicenses 5:4 y no puede obrar al igual que los incrédulos por más que el embate sea constante y sonante.
La exhortación de nuestro SEÑOR Jesucristo fue: Juan 16:33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. El sufrimiento no dará frutos que demuestren una fe solida a través de habilidades humanas sino a través de la confianza en Jesús. Las afirmaciones de Jesús en este versículo son claramente para que tengamos presente su noción acerca de las aflicciones en este globo, el cual siempre trata de excluir al verdadero creyente. No hay desconocimiento ni tampoco desentendimiento por lo que se atraviesa en la tierra en los mensajes de Jesucristo. Comprendamos que Jesucristo da muestra de su amor a través de sus enseñanzas, ya que no dejó a los discípulos y a ningún ser que vendría a Sus pies sin discernimiento de lo que se tiene que concebir: ¡confiar en Él! Las Escrituras son el amplio consejo del SEÑOR en todo lo que es nuestro emanar cuando nos encontremos en ansiedad. El verso demuestra que no podemos ser hallados en tinieblas cuando estemos sumergidos en tristezas causadas por este inhóspito cosmos. Sus palabras son las fuerzas y el testimonio entregado a los suyos para que caminen en luz. Levantemos conciencia en cuanto a nuestro cuestionamiento sobre ¿qué hace DIOS en cuanto a la angustia? Captemos que no nos ha dejado sin conocimiento de cómo proceder y en quien descansar y a quién acudir.