No solo en las cosas buenas que posee, el cristiano posee el rocío de la bendición de Dios en ellas y las encuentra muy dulces para él, sino que en todas las aflicciones y todos los males que le sobrevienen, él puede ver el amor en todas ellas y disfrutar de la dulzura del amor en sus aflicciones y en sus misericordias. La verdad es que las aflicciones del pueblo de Dios vienen del mismo amor eterno del que Jesucristo vino. Jerónimo dijo: «Es un hombre dichoso aquel que es golpeado cuando el golpe es un golpe de amor». Todos los golpes de Dios son golpes de amor y misericordia, todos los caminos de Dios son misericordia y verdad para aquellos que le temen y lo aman (cf. Sal. 25:10). Los caminos de Dios, los caminos de aflicción, así como los caminos de prosperidad, son misericordia y amor para él.