La gracia le da al hombre un ojo, un ojo penetrante para perforar el consejo de Dios, esos consejos eternos de Dios para bien de él, incluso en sus aflicciones; él puede ver el amor de Dios en cada aflicción, así como también en la prosperidad. Ahora bien, esto es un misterio para el corazón carnal; no pueden ver tal cosa. Quizás piensan que Dios los ama cuando los prospera y los enriquece, pero piensan que Dios no los ama cuando aflige. Esto es un misterio: la gracia permite a los hombres ver el amor en el ceño fruncido del rostro de Dios, y así llegan a recibir contentamiento.
