Muchos pueden estar en silencio, absteniéndose de expresiones de descontento, pero por dentro están hinchados de descontento. Esto entonces muestra un trastorno complicado y una gran perversidad en sus corazones. Y a pesar de su silencio exterior, Dios escucha el lenguaje irritante y molesto de sus almas. El zapato puede verse fino y limpio por fuera, pero por dentro pellizca la carne. Exteriormente puede haber una gran calma y quietud, pero interiormente puede haber una sorprendente confusión, amargura, perturbación y disgusto. Algunas personas son tan débiles que no pueden contener la inquietud de sus espíritus, pero en palabras y comportamiento revelan las perturbaciones lamentables que hay dentro. Sus espíritus son como el mar embravecido, que arroja nada más que cieno y lodo, siendo problemáticos no solo para ellos mismos sino también para todos los que viven con ellos. Sin embargo, otros pueden contener tales trastornos del corazón (como lo hizo Judas cuando traicionó a Cristo con un beso), pero aun así hierven internamente, y carcomen como una gangrena.