Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.
JEREMÍAS 31:3
La ley del amor es la ley del gobierno moral de Dios sobre Su pueblo. Por ella, y solo por ella, Él los gobierna. Todo lo que es disciplinario en su conducta se puede resolver en el amor. Es por medio de la bondad, de la «bondad amorosa», sí, de la «maravillosa bondad amorosa», que recupera sus corazones descarriados y los une más a Él. «Yo soy Jehová, que hago misericordia» (Jer. 9:24). ¡Oh, imitarlo en este aspecto, ser como Dios en Su bondad para con los hijos de los hombres! Entonces nos sentaríamos menos en el tribunal; estaríamos menos dispuestos a tirar la primera piedra; seríamos menos duros y censuradores en nuestra conducta y espíritu hacia los demás. Y tendríamos más de ese autojuicio, autocondenación y autohumillación delante del santo, escudriñador del corazón y omnisciente Señor Dios, sin lo cual podemos ser terriblemente engañados.