Muchos hombres que alguna vez tuvieron grandes bienes y que Dios los llevó a una condición más baja, han tenido más contentamiento en esa condición que en las demás. Ahora bien, ¿cómo puede ser eso posible? Muy fácilmente, el corazón está contento y hay consuelo en esa condición cuando solo se entiende que la raíz del contentamiento consiste en la adecuación y proporción del espíritu del hombre para con sus bienes, y la uniformidad donde un fin no es más largo y más grande que el otro. Por otro lado, nunca estará contento aquel hombre al que Dios le da grandes riquezas como nunca, pero que lo entrega al orgullo de su corazón. No obstante, estará contento aquel al que Dios trae a una condición baja, pero que amolda y adecua su corazón para esa condición. Es lo mismo al caminar: imaginemos a un hombre que tuviese una pierna muy larga y que su otra pierna fuera corta, el cual, aunque una de sus piernas fuese más larga de lo normal, aún no podría andar tan bien como un hombre que tuviese ambas piernas más cortas que las suyas. Compararía una pierna larga (cuando una es más larga que la otra) con un hombre que tiene una condición alta, que es muy rico y que es un gran hombre en el mundo, pero que también tiene un corazón muy orgulloso y que es más largo y más grande que su condición. Este hombre no puede más que preocuparse en su condición. Pero el otro hombre que está en una condición baja (su condición es baja y su corazón también está bajo, de modo que su corazón y su condición son uniformes) camina con mucha más facilidad que el otro.