Confianza en acercarse a Dios | Octavius Winslow

Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

1 Juan 5:14-15

Cuando nos acercamos a Dios, y pedimos más amor, más celo, un aumento de la fe, un reavivamiento de la obra de Dios en nosotros, más semejanza con Cristo, la sujeción de algún enemigo, la mortificación de algún mal, el sometimiento de alguna iniquidad, el perdón de alguna culpa, más del espíritu de adopción, la aspersión de la sangre expiatoria, el dulce sentido de la aceptación, sabemos y estamos seguros de que pedimos aquellas cosas que están de acuerdo con la voluntad de Dios, y que está en el corazón de Dios conceder plena y libremente. No es necesario que haya atraso en esto, no es necesario que haya restricción en esto, no puede haber recelo en esto. El creyente puede, al implorar tales bendiciones, al exponer tales necesidades ante el Señor, tener «libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo» (He. 10:19). Puede acercarse a Dios, no quedarse de lejos, sino que, con el espíritu de un niño, acercarse a Dios. Puede venir con grandes peticiones, grandes deseos, esperanzadas expectativas. Puede abrir su boca de par en par, porque pide aquellas cosas que glorifican a Dios al darlas y que le glorifican cuando son dadas. Y son cosas que sabemos, por Su propia palabra, que están de acuerdo con Su bendita voluntad de otorgarlas. ¡Oh, el indecible estímulo de acudir a Dios con una petición de la que nos sentimos seguros de que está en Su corazón y de que está de acuerdo con Su voluntad de concederla libremente!


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