Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
HEBREOS 4:16
El trono de la gracia es para los necesitados. Siempre es un tiempo de necesidad para el hijo de Dios. «Apartados de mí ―dice Jesús― nada podéis hacer». No hay un momento en el que, si conoce su verdadero estado, esté necesitado de algo. ¡Qué bendición entonces es el trono de la gracia! Es para los necesitados. Es para aquellos que están necesitados, para quienes todas las demás puertas están cerradas, para quienes todos los demás recursos han fracasado, para quienes no tienen ningún otro lugar donde mirar, ningún otro lugar donde huir. Para ellos está siempre abierto el trono de la gracia. ¿Es un tiempo de prueba para ti? Entonces es un tiempo de necesidad. Lleva tu prueba, sea cual sea, simplemente a Dios. No te preocupes por ella. No la albergues. Esto no la hará más dulce ni más fácil de sobrellevar. Pero llevarla a Jesús sí lo hará. El mismo acto de llevarla lo aligerará, y arrojarlo a Su ternura y simpatía lo hará más dulce. ¿Es un tiempo de oscuridad espiritual para ti? Entonces es un tiempo de necesidad. Lleva tus tinieblas al trono de la gracia, y «en su luz ―que está sentada sobre ella― verás la luz». ¿Es un tiempo de providencias adversas? Entonces es un tiempo de necesidad. ¿Y a dónde puedes ir en busca de guía, de dirección, de consejo, de luz sobre las complejidades del camino, sino al Dios de la gracia? ¿Es un tiempo de angustia temporal para ti? Entonces es un tiempo de necesidad. Lleva tus preocupaciones y necesidades temporales al Señor, pues Aquel que es el Dios de la gracia es también el Dios de la providencia. Agradece al Señor cada recado que te lleva al trono de la gracia. Sea lo que sea lo que te envíe a la oración, cuéntalo como una de tus bendiciones preferidas. Puede ser una cruz pesada, una prueba dolorosa, una necesidad apremiante; puede ser una cisterna rota, una mirada fría, una expresión poco amable; pero si te lleva a la oración, considéralo como una misericordia enviada por Dios a tu alma. Da gracias a Dios por el recado de Él.