La justificación de Dios | Octavius Winslow

Dios es el que justifica.
ROMANOS 8:33

Contempla la seguridad eterna del más débil creyente en Jesús. El acto de justificación, una vez pasado bajo el gran sello de la resurrección de Cristo, Dios nunca puede revocarlo sin negarse a sí mismo. Aquí está nuestra seguridad. Aquí está la base de nuestro intrépido desafío: «¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica». ¡Qué más puedo necesitar! ¡Qué más puedo pedir! Si Dios, el Dios de la pureza sin mancha, el Dios de la justicia inflexible, me justifica, «¿Quién es el que condena?» El pecado puede condenar, pero es Dios quien justifica. La ley puede alarmar, pero es Dios quien justifica. Satanás puede acusar, pero es Dios quien justifica. La muerte puede aterrorizar, pero es Dios quien justifica. «Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?» (Ro. 8:31). ¿Quién se atreverá a condenar al alma que Él justifica? ¡Cuán gloriosamente brillará esta verdad en el gran día del juicio! Todo acusador entonces enmudecerá. Toda lengua callará entonces. Nada se podrá imputar a los elegidos de Dios. Dios mismo los declarará plenamente y para siempre justificados: «A los que justificó, a estos también glorificó» (Ro. 8:30).


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